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DE VICIO FÁCIL

ANA PEÑA • abr 25, 2020

De vicio fácil

Me llamo Ana y soy fumadora.
Responded todos a coro: ¡Hola Ana!
En verdad, me inicié tarde en el vicio. Y lo hice para superar el síndrome de abstinencia al dejar de morderme las uñas. Para dejar un vicio, me enganché a otro. Qué queréis que os diga, soy de vicio fácil. Ahora luzco una perfecta manicura francesa cuando sostengo un cigarrillo entre mis dedos.
Desde que empecé sólo he dejado de fumar una vez y fue por fuerza mayor. Un embarazo. La nicotina y yo nos dimos un tiempo. Lo nuestro fue un cese temporal porque le prometí que saldría de la clínica con el bebé en una mano y un cigarro en la otra. Mi familia se rasgaba las vestiduras. No aprobaban nuestra relación. Menos mal que un amigo del alma se apiadó de mi y me trajo al hospital la mejor canastilla del mundo. Un enorme lazo rosa envolvía cuatro latas de cerveza y un cartón de tabaco. Bendito sea. Salí de la clínica con la birra en una mano y un cigarro en la otra. Qué queréis que os diga, soy una mujer de palabra. A la niña la sacó mi marido porque yo tenía las dos manos ocupadas.
Después de tantos meses de abstinencia, el reencuentro fue muy dulce. Yo empujaba el carrito de bebé sosteniendo el cigarrillo entre mis labios para horror de toda la humanidad. Qué queréis que os diga, me va el escándalo público.
Y así, hasta hoy. En esta época de confinamiento cuando el tiempo sobra y aburre, mi marido se entretiene haciendo números. Le ha dado por calcular cuánto invierto en mi vicio al cabo del año. Maldito sea. Dice que con lo que me gasto, nos podríamos comprar un coche nuevo o marcharnos toda la familia de viaje una semana a la Polinesia. La Polinesia. Aguas turquesas. Arena blanca. Suena bien, pienso, mientras me enciendo un cigarrillo…

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Escucho la lluvia caer desde mi ventana, enciendo un cigarrillo llenando mi cabeza de humo y veo la vida pasar mientras leo en voz alta mi poesía favorita de Bécquer, aferrándome a mis pensamientos disipo todo a mi alrededor, solo estaban ellos sumergidos de humo. Mi segundo cigarrillo y aun llueve, es melancólico pensar, más aún cuando extrañas. La vida se interpone entre mascarillas, la humanidad se detuvo hace dos años. Dos años atrapados en un ciclo detrás de una cura. Enciendo el televisor, y a veces parece que ya se olvida, pero veo los muertos y los casos, me enciendo otro cigarrillo. Así pasa el día que no termina, las horas son tristes cuando solamente piensas. Hoy es un gran día para la poesía, desde el sofá de la casa empañada por la humedad recuerdo las rimas de este hombre que me hizo amar la poesía como mi vida. Las historias entre rimas son maltratadas por pensamientos y elevadas con la música del qué dirán. Hoy es un buen día para llorar, más solamente escribo. Escribo en presencia de la angustia entre desaparecer y volver a cuando era niña, sin problemas y sin ataduras. Ya solo veo árboles escapando de humanos, humanos atrapados en caretas protectoras contra el invisible. A veces pienso mal, pero pienso que la vida es muy injusta, vivimos en campeonato constante para ser los elegidos. Aun así obtenemos recompensa, presos en la propia cárcel que hemos construido, una cárcel muy buena, llena de lo que supuestamente necesitamos pero ya para mí innecesario. Hoy es el día de la melancolía, de abrazar la muerte con ternura, enciendo otro cigarrillo. Hoy por segunda vez recibo carta del médico, ofrezco mi alma al diablo y dejo que hable. Llevo semanas esperando un resultado que ya anticipo, mi muerte se acerca y no por el invisible, una muerte provocada por mis impulsos, por ansias de llenar los lugares de humo. ¡Qué hiciera yo sin un cigarrillo!, lo mismo pregunto ¿de qué sirve mi vida si no hay poesía?, si no hay con quien hablar, si mi familia está lejos para aplaudir. Es fascinante como llaman la atención del ser humano las cosas ahora, ahora que no las tenemos. Los días lluviosos son los peores, y a la vez inspiradores, cada gota de lluvia refleja mi vida, ¡Al fin escampa! Veo el sol, otro día más me lo tomo para hablar, aunque dentro de poco mis pulmones se evaporen yo le hablo a la lluvia, sonrío, pero una sonrisa como La Mona Lisa que no sabes hacia donde va. En la espera de fumar mi último cigarrillo leo a Bécquer, asumo sus rimas como si tuviera algún problema emocional, pero ¡¿qué poeta no tiene algo de locura?! Aquí estás tú leyéndome o tal vez te aburriste pero quiero que sepas lo mucho que he querido vivir, aunque haya sido mi peor vida. Suenan contradictorias hoy mis palabras, no me despido porque sé que siempre habrá vida y que siempre habrá poesía. Recuerdo cada verso como arcoiris después de la triste lluvia y simplemente lamento que mis últimos días sean los que han provocado todo este daño, ¡Si tú, cigarrillo infernal!, pero más que tú, yo; por haber pensado que sería para siempre. ¡Y saber que todos podríamos haber pensado esto alguna vez! Te llevo clavado hasta mis pulmones, trato de soltarte pero eres una de esas relaciones inflamables. Hoy me despido sabiendo que siempre seré poesía, melancólica y absurda pero abrumadora e indecisa. Obligada por caracteres militarizados alargo mi rima para que vivir pendiente al si te falta esto o aquello, al final querido cigarro, debería agradecerte por tantos ratos de compañía en mi oscura realidad, por lo menos siempre estás ahí en días como hoy donde leo sobre el sofá la carta más triste de la vida. Ella misma se despide de ti. No acabo el texto como desearía pero quién puede decir algo, si ya muero, solo deseo resucitar como ave o mariposa y no ser comida por algo mayor en esta cadena alimenticia.
Por ANA PEÑA 29 nov, 2021
Me han regalado un hurón. Sí, ya sé, es raro que hoy en día alguien regale algo fuera de un aniversario o Navidades. Me lo ha regalado mi suegra. Es un amor. Me refiero al hurón. Estoy segura de que su intención era noble pero el regalo ha sembrado la discordia en casa. No nos ponemos de acuerdo sobre el nombre. Tanto es así, que el animalito lleva un mes con nosotros y sigue siendo anónimo. Mi marido quiere llamarle Ramona, como su madre. A mí me sabe mal que nuestra mascota lleve un nombre tan poco del siglo XXI. A mí me gusta más Chewbacca, como el de Star Wars, pero él opina que es un nombre difícil de deletrear cuando vayamos al veterinario. Ahí seguimos, entre Ramona y Chebwacca. No nos hemos decidido en serio porque todavía no sabemos el sexo. Ya, ya sé que lleva un mes en casa, pero no es algo que se distinga a simple vista y nosotros somos muy pudorosos, no nos gustaría ofender al animalito. Mi padre se ha ofrecido a llevarlo al veterinario. No ve mucho. Me refiero al veterinario. Ya fuimos la semana pasada y no nos sacó de dudas. Esperamos tener más suerte esta semana, deducimos que el sexo del hurón no habrá variado, pero igual la vista del veterinario ha mejorado. Le tenemos mucho cariño. Me refiero a mi suegra.
Por María Elena Gómez 29 nov, 2021
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